Aquí estamos, de madrugada, esperando que le entre el sueño, para poderme ir a dormir con ella… ¡NADIE DIJO QUE ERA FÁCIL!
Aún recuerdo las primeras sensaciones cuando la vi y me la pusieron en mi pecho. Era tan bonita… ya estaba aquí, con nosotros… tanto tiempo esperándola y por fin juntos.
Esas dos horas que nos dejaron con ella en la habitación, los tres juntos, sin nadie más… ¡Ahí comenzó nuestra gran aventura, la más intensa que hemos tenido nunca; la de SER PAPÁS!
Esos primeros momentos fueron el comienzo de este apasionante viaje de la “lactancia”. Que palabra tan fácil y sencilla y lo complicada que es cuando te adentras en ella. Es una montaña rusa, con sus cuestas y curvas, pero no sé qué tiene, que no quieres que nunca termine.
Desde el minuto uno comienzan los miedos y dudas. Todo se veía tan fácil cuando mirabas vídeos y leías artículos… nada tiene que ver cuando tienes a tu bebé contigo. Sigues tu instinto, su instinto y juntas nos vamos adentrando en este magnífico universo.
Las primeras horas, los primeros miedos; “¿la estoy poniendo bien?”, “¿estará bien enganchada?”, “¿me saldrá suficiente leche para alimentarla?”, “¿pasará hambre?”, “¿sabré hacerlo?, y mi cuerpo ¿estará preparado?”; ¡CLARO QUE LO ESTÁ! Lleva 9 meses preparándose para este momento. Solo tengo que confiar en él.
Pero estos miedos nos acompañan durante toda nuestra andada. Quizás con el tiempo nos acostumbramos a ellos, pero no llegan a abandonarnos.
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